jueves, 9 de octubre de 2008

Caligramas

La implicancia del cuerpo propio, del cuerpo en actitud de desafío ante el deseo del otro y el individual, en los textos y en los objetos, era el mayor desafío. Pensar qué consignas, para qué, era situarnos en un entre, entre nosotros y ellos, entre nuestros saberes y los suyos, sus expectativas y las nuestras; casi un ejercicio vicario que roza lo imposible, pero siempre sabiendo que hay algo del interés que se pone en juego en un sujeto. Como los ojos de Nahuel en el fútbol, y la mirada dando cuenta del paroxismo y la gambeta frente a los poemas de Marcelo Díaz; y luego su obsesión con las temperas por dejar algo de su deseo. Esa imagen de Laspada inquietó y mostró algo nuevo y extraño sometido a la mirada con el propio espejo. Nahuel se nos aparecía con como un simulacro en miniatura de Riquelme, y esa pequeñita figura que asomaba con el calco de un deseo armó su habitación propia: en las hojas de Nahuel aparecían banderas, relatos de esa pasión, pequeños slogan que despuntaban una vida y el poder descubrir esa práctica en otro lugar. Octavio Paz habla de esos fantasmas que dirigen nuestra mirada, de esas “ausencias” que se vuelven temblor en la escritura y dice: “cuando me buscaba por dentro, no me encontraba, salía y no me reconocía. Adentro y afuera encontraba a otro, al mismo otro. Mi cuerpo y yo, mi sombra, mis cuerpos: otros, otros”. También esos otros que nos habitan con todos los prejuicios para salirnos y pensarnos y habilitarnos en el espesor de nuestra libertad; para Nahuel el discurrir de su hacer cotidiano en el taller, la aventura de sumergirse en el arte “dejaba de ser cosas de maricas”, logrando una zambullida en donde aparecían la intertextualidad y el humor.

(texto escrito por Cali para un congreso)
Cali: te extrañamos!!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cada vez que lo leo, me conmuevo y me surge una pregunta obligada desde la envidia sana ¿cómo puede escribir así?.
Admiro a ese muchacho que quiero y también extraño.